22 marzo 2011

Del viejo trabajo en clase

Tu, por cierto, insolente fragancia de tus labios, hechos de sales y geografías tan misteriosos como el dulce clima sobre tu garganta insular, meciendose al ritmo de la música que produce tu corazón. Eso me pasa cuando estoy contigo. Pero al irte mis atalayas peninsulares se pierden en el recuerdo, de los viajes por tus suaves calles, calles que como ríos de dulce felicidad se pierden en tu ausencia.
Samuel Francisco

Yo, por ejemplo. Misántropo, hosco, jorobado, pudrible, incuo, exhibicionista, inmodesto, siempre desabrido o descortés, o gris, o tímido, según lo torpe de la metáfora, a veces erotómano, y por si fuera poco mexicano. Duermo poco y mal desde hace unos meses, en posiciones fetales bajo gruesas cobijas, sabanas blancas o listadas, una manta eléctrica o al aire, de acuerdo al clima, pero eso si, tensamente abrazado a mi esposa, a flote sobre el rió de los sueños...
Gustavo Sainz

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