26 enero 2011

Desde el fondo de mi pozo

El calmo océano de mis emociones fue movido apenas unos centímetros por la continental placa del pasado. Ese simple desplazamiento de apenas un dedo en la superficie, debajo de mi interior fue un caos. Un tsunami arraso con la tierra que se veía tan firme y plantada sobre mi ser, hace ya muchos ciclos. Y aun huele a podrido...
Un viaje recalentado.
No duermo, no veo, no siento ni me peso. Ahora solo veo la densidad gelatinosa en el interior que forma mi ser, me hace un monstruo escondido en el gélido vaho de la impotencia.
En el interior... en mi interior. Entonces lo veo, la magia verde, el carruaje que lleva en su interior el deseo ardiente que espera a hacer el amor con ella, que suba al cielo sin frotar mi sexo contra un cuerpo ajeno. Y el vapor desdeñoso se convierte en humo, vuelve mas borrosos mis miedos y me hace un demonio...
Despierto, tirado en el suelo, con la luz del sol ya fugándose de la cacerola celestial. Y yo, tendido en un suelo carente de democracia, voraz consumidor de mi emotiva sensación interior. Mi fuego. Entonces recuerdo lo que la anciana me dijo entre velas y tejidos: 
Lloraras y plañirás hasta secarte internamente, vaciaras por completo tu interior de la humedad de la humanidad. Y sera entonces, cuando la llama que alimenta tu ser comenzara a consumir tu marchito interior, te consumirás como leña en el interno bosque de tu razón. Y cuando te des cuenta ya habrá sido demasiado tarde...

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