No tengo idea de si esta entrada ya haya sido publicada, pero igual quiero repetirla:
Hay días donde ni siquiera puedo mirarme al espejo.
Estoy llorando, y no, no es de alegría.
Cada día, al menos un poquito, me autocondeno con una frustración constante de no poder complacerme al complaceros. De comportarme, de aguantarme y diario fingirme el fuerte.
Hoy no lo soporto, y aunque quisiera desahogarme en silencio, termino traicionando mi consciente y lloro en publico. Cuando menos lo deseo soy un nostálgico publico. Un bastardo empático de la apatía social. Exhibicionista de mis propias lagrimas... y lo detesto.
Hay días donde ni siquiera puedo mirarme al espejo.
Lo jodido es que ese sentimiento surge sin más, golpeando fuerte, con intensidad.
ResponderEliminarMe ha resultado conocido, cercano.
"Cómo cansa ser todo el tiempo uno mismo..."
Julio Cortázar.
Es como una terquedad de la inconciencia.
Eliminar