28 diciembre 2010

Desde la mañana del vagabundo

Lentamente, se abrieron los ojos de aquel joven. Miro entre el oscuro manto del velo de colores imposibles las siluetas lactosas de dos seres, antihombres de iluminaicon inverosimil que danzaban con humildad en un insensato cuadro de colores negativos. 
 Entonces el oscuro manto del cielo fue retirado abruptamente por el Dios dorado, y los angeles blancos se deshicieron en alaridos inaudibles que se mantuvieron permanentemente en la mirada del observador vacio.

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